La aceleración máxima del terreno (PGA, por sus siglas en inglés) es la máxima aceleración del suelo debido a un terremoto. Sin embargo, la aceleración en la estructura es mayor debido a la amplificación dinámica. De hecho, para un edificio promedio, la aceleración podría incrementarse hasta 2.5 a 3.0 PGA (Melbourne). Los edificios rígidos están controlados por la aceleración. La PGA puede medirse de manera precisa utilizando acelerómetros de movimiento fuerte colocados cerca del epicentro del terremoto. La respuesta de la estructura depende de la duración del pulso y de la historia temporal en su conjunto, y no solo de la PGA.
La velocidad máxima del suelo (PGV) proporciona más información sobre la respuesta de las estructuras, siendo un mejor indicador de daño que el PGA. La diferencia entre PGV y la velocidad en el centro de masa de la estructura es menor que la de PGA y a, es decir, la velocidad (V) es de 1.8 a 2.0 PGV. Los edificios menos rígidos están controlados por la velocidad. El PGV puede medirse con sismómetros ubicados lejos del epicentro, lo cual podría ser bastante complejo. El PGV también está relacionado con la intensidad MMI y con el PGA = PGV/750 (Todos los valores para roca en Melbourne)
El desplazamiento máximo del suelo (PGD, por sus siglas en inglés) está relacionado con el desplazamiento del edificio. En este caso, el desplazamiento del centro de masa es de 1.4 a 1.5 PGD. Sin embargo, no es posible medirlo directamente, pero ¿podría calcularse usando sismómetros avanzados, como los telesismómetros a larga distancia? Los edificios flexibles están controlados por el desplazamiento.
Finalmente, la duración de un terremoto depende del tamaño de la falla y de la duración de la ruptura. No obstante, la duración puede prolongarse por características en la transmisión de la onda en un sitio geológico. Por ejemplo, el suelo podría amplificar el sismo y aumentar las propiedades dinámicas del terremoto, como sucedió en el terremoto de México de 1985.
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